La Castilla rural sin mujeres

Los pueblos de provincias como Burgos, Soria, León y Palencia llevan años viendo cómo sus mujeres se marchan más que los hombres dejando núcleos de población en los que ellas representan menos del 30% de sus habitantes en edad de trabajar. Autor foto: Lumiago

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Cada día Loreto Fernández recorre unos 200 kilómetros de carreteras comarcales repartiendo la comida casera que ella misma cocina junto a otras cuatro mujeres, con las que ha formado una pequeña cooperativa. Es una de las 105 mujeres de entre 20 y 64 años que se resisten a marcharse de Santervás de la Vega, un pequeño pueblo de la provincia de Palencia donde ellas representan el 38,4% de la población.

El caso de esta localidad de la comarca de la Vega-Valdivia palentina no es precisamente una excepción, ni en la provincia, ni en toda Castilla y León, una comunidad azotada por la despoblación que se vuelve más que llamativa en el caso de las mujeres de sus entornos rurales.

Hay pueblos en los que siete de cada diez habitantes en edad de trabajar son hombres

Provincias como Burgos, Soria, León y Palencia, presentan un mundo rural en el que, en aquellas poblaciones de 2.000 habitantes o menos, la disparidad entre hombres y mujeres de entre 20 y 64 años, es muy significativa.

En la provincia de León las mujeres representan el 42,4% de la población en las localidades de menos de 2.000 habitantes. Hay pueblos en los que siete de cada diez habitantes en edad de trabajar son hombres. Se lleva la palma la pequeña localidad de Oseja de Sajambre, donde las mujeres en este tramo de edad representan el 29,71%. Patrones muy similares se repiten en otras provincias de la meseta.

"El titular de las explotaciones agrícolas es el hombre. No hay hueco para dos personas".

Porcentaje de mujeres en los pueblos de menos de 2000 habitantes

Para Rosario Sampedro, profesora de la Universidad de Valladolid y experta en sociología de las migraciones, este fenómeno se debe principalmente a la estructura territorial de la Comunidad, con pueblos mucho más pequeños que en otras zonas de España y, por tanto, con un mercado laboral más reducido. “Se caracteriza por ser, en general, una ruralidad de pequeños propietarios”, explica Sampedro, “el pequeño tamaño de estas empresas y el carácter familiar de muchos negocios favorecen el empleo informal, sin contrato o con situación de irregularidad”.

Una realidad que conoce bien Loreto Fernández, que además de ganarse la vida con su pequeña cooperativa y ser agricultora, preside la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales de Castilla y León. “En estos pueblos se vive de la agricultura, no tenemos industrias y, normalmente, el titular de las explotaciones agrícolas es el hombre. Como son pequeñas, hay poco hueco, no entran dos personas”. Ellas cuentan como “ayuda”, pero no como trabajadoras como tal.

El reparto de roles de género pesa de forma muy acusada en un entorno en el que la población envejecida se incrementa cada año. En 2016, Castilla y León registró un índice de envejecimiento de 187,5%, superada solo por Asturias. “Otra cosa no tendremos, pero residencias de mayores en Castilla y León sí que hay, y personas mayores con necesidades de ayuda a domicilio, también”, apunta Loreto.

Los cuidados recaen en gran medida en las mujeres, lo que en algunas ocasiones se convierte en una salida laboral que no les obligue a abandonar el pueblo. “Continuamente damos talleres de formación de ayuda a domicilio, ahora muchas trabajan en este sector y están contentas”.

Emprender en un mundo desconectado

El emprendimiento en estas áreas tan pequeñas tampoco resulta sencillo para mujeres que habitualmente no cuentan con los recursos necesarios. “Hoy en día, para montar cualquier negocio, es fundamental tener acceso a Internet y nosotros no tenemos acceso a esa tecnología”. Numerosas zonas rurales de Castilla y León están catalogadas como ‘zonas blancas’ o zonas de exclusión digital por el Ministerio de Energía, Industria y Agenda Digital.

El acceso a Internet de alta velocidad en estas zonas es una quimera, cuando aún hay problemas con la cobertura de telefonía móvil. “En mi casa, para poder hablar desde el móvil tengo que dejar el teléfono en un punto concreto de la casa, si no, no tengo cobertura”, se queja la presidenta de FADEMUR.

Las asociaciones llevan 20 años alertando sobre la huida de las mujeres del mundo rural, una realidad que convierte muchos pequeños pueblos de Castilla y León en lugares habitados por personas mayores y hombres en edad de trabajar.

Un paisaje social que lleva al cierre de muchos colegios y con ello, a un futuro incierto para continuidad de estos núcleos rurales. Loreto se muestra pesimista. “Yo creo que cuando pase mi generación, esto se va a quedar para entregar la llave”.