El concepto de mujer rural en la actualidad, ya no es el que era, sin embargo sigue afectando y quedan muchas trabas para que se dé una igualdad. Según el decálogo de Benjamín García Sanz en Ruralidad Emergente, se suponía que:
- Tenía que casarse para asegurar su futuro, y la vida de la mujer estaba orientada a la procreación.
- Tenía la responsabilidad de cuidar de la casa y de todas las personas que vivían en ella.
- Existía la idea de que era autónoma, es decir, nadie le mandaba, pero carecía de tiempo libre para sus cosas. Incluso el domingo, día de ocio para los demás, tenía que dejar todo listo para el inicio de la semana.
- No tenía vida propia, su vida era la de los demás.
- No tenía programado tiempo libre, solo si el resto de sus tareas se lo permitía, entonces sí.
- No tenía presencia en la vida pública, por esa misma razón era impensable que pudiera ocupar ningún cargo público.
- Podía prolongar el espacio de la casa también a la iglesia.
- Contaba con una libertad programada y controlada, que si sobrepasaba suponía enfrentarse a la crítica y control social.
- Tenía poca formación, en las familias se solía invertir en educar a los hombres.
- Era la administradora de la economía familiar, aunque los gastos importantes, los decidía el marido.
Ahora sin embargo la mayoría de mujeres jóvenes tienen formación, de hecho según la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los últimos años, las diferencias en los niveles de educación de hombres y mujeres se han reducido considerablemente
las mujeres tienen en la actualidad niveles de educación más altos que los hombres, pero existe una clara disparidad entre el nivel de estudios que alcanzan las mujeres y sus situaciones profesionales y puestos laborales.
En las últimas décadas se ha producido un notable incremento en la participación de la mujer en el mercado de trabajo, pero una de las características de este mercado es la concentración de hombres y mujeres en diferentes sectores económicos y ocupaciones, así como las diferentes condiciones de trabajo por razón de género.
Existen factores condicionantes tanto por el lado de la demanda como de la oferta laboral, así como factores externos al mercado de trabajo, como los sociales y culturales, que determinan la segregación en diferentes sectores y ocupaciones de hombres y mujeres.