Participantes

Ignacio Correa

Antonio Hernández

Laura Martín

Silvia Nortes

Evelio Jimeno

Ludmila Pueblas

Xavier Martínez

Rocio López

Gema Maldonado

Desarrolladoras web

Leila Castillo

Cristina Fernández

Desirée García

Eva Millán

Blanca Sancho

Metodología

Para realizar este trabajo se usaron los datos del padrón continuo que ofrece el INE. Se analizaron por sexo y franjas de edad. Se puso mayor énfasis en las franjas entre 20 y 64 años por ser esta edad el período en el que las personas se dedican a desarrollarse laboralmente.

Se sumaron las personas comprendidas dentro de esta franja, tanto hombres como mujeres como ambos sexos juntos para calcular la disparidad entre ellos por municipio.

Después, hablamos con expertos para que nos dieran pistas sobre el cómo y el por qué del éxodo rural.

Ser mujer adulta y vivir en un pueblo pequeño, una tarea difícil

En España, el porcentaje de mujeres disminuye a medida que baja el número de habitantes. En los municipios rurales entre 1800 y 2000 habitantes las mujeres representan el 47% de la población en edad de trabajar. El porcentaje disminuye 7 puntos en aquellos cuya población no supera los 200 habitantes.

Leer Reportaje

Sandra Delgado
(21 años)
Auxiliar de efermería en el Centro de Educación Especial

“La vida aquí es aburrida porque no hay gente joven, soy la única chica desde hace años. En mis ratos libres suelo bajar a Ávila en coche, siempre lo hago en coche porque el servicio de autobuses es bastante escaso. Creo recordar que solo pasa de lunes a viernes y a algunas horas concretas. Encontrar trabajo en el pueblo es complicado. Yo tuve suerte porque al acabar mi formación como auxiliar de enfermería, una trabajadora abandonó el centro y me dieron la oportunidad de incorporarme. Algo positivo del centro es que emplea a mujeres y hombres de la zona. Trabajo junto con otras 15 auxiliares que viven en la comarca, yo y otras dos compañeras somos de Gotarrendura, pero otras son de pueblos de la zona como Donsancho. Para mí es bastante positivo que el centro nos ofrezca esta oportunidad a las mujeres de por aquí. En un futuro próximo me gustaría emigrar y venir a visitar a mis padres durante las vacaciones. La gente que viene en verano disfruta en el pueblo porque les resulta novedoso. Para mí es todo el año igual.”

Virginia Gutierrez
(44 años)
Cuidadora de personas mayores

“Uno de los problemas del pueblo actualmente es que la mayoría de la población es gente mayor. La media es de 70 años para arriba, no hay gente joven y esto es un problema para el futuro del municipio. A mí, la verdad es que me gusta mucho vivir en el pueblo. A mi marido y a mis dos hijos de 14 y 10 años, también. Ambos se han criado aquí y no están dispuestos a irse a vivir a un piso de ciudad. La parte positiva de vivir en un pueblo es la tranquilidad, la mala es que necesitas desplazarte en coche para casi todo. Yo trabajo de 8:30 a 14:30 y muchas veces no doy abasto ya que tengo que atender dos casas aquí y otras tres en Tinosillos, un pueblo que está a 15 minutos de aquí. Luego por las tardes tengo que llevar a mis hijos a las actividades extraescolares. El primero juega al fútbol dos veces por semana en Ávila. Al final, la independencia que da tener carnet de conducir en un pueblo es fundamental.

María Carmen
(56 años)
Presidenta asociacion y funcionaria

“Aunque vivo en Ávila, vengo mucho al pueblo porque soy de aquí. Abandoné el pueblo cuando era joven para estudiar y construí mi vida en Ávila, sin embargo, en mi tiempo libre participo activamente en la Asociación de Mujeres y en otras como la Asociación Cultural y la del Camino de Santiago en la Provincia de Ávila. Desde la Asociación de Mujeres –en la que participamos 33 mujeres- hemos tratado de buscar las necesidades que tenemos en el pueblo y cubrirlas. Por ejemplo, hace años comprobamos que muchas no tenían el carnet y que tenían dificultades para ir a Ávila a sacárselo entonces conseguimos traer profesores para dar clases teóricas y prácticas al pueblo. Conseguimos que cinco o seis mujeres se sacaran el carnet. También hemos trabajado con la Federación de Mujeres Rurales para organizar jornadas de empleabilidad y cursos de auxiliar de ayuda a domicilio y fisioterapia. Algunas actividades están más orientadas a los hombres. De hecho, cuando organizamos el Curso de Habilidades Domésticas muchos hombres adultos se apuntaron. Creo que en las zonas rurales muy pequeñas se produce un éxodo femenino mayor porque en muchas ocasiones, te ves arrastrada por tus hijos que empiezan a estudiar fuera o por falta de empleo”

Es un hecho: la despoblación rural siempre ha afectado más a las mujeres que los hombres. Los movimientos migratorios más intensos del pueblo a la ciudad ocurrieron en las años 60 y 70, y ya por aquellos entonces, las mujeres eran más propensas a emigrar a la ciudad.

Esta tendencia se debe a que las mujeres “siempre han encontrado más dificultades para abrirse camino en el mercado laboral rural”, aseguran Margarita Rico y Jesús María Gomez en un estudio de la Universidad de Valladolid.

La ausencia de oportunidades “dibuja un paisaje en el que las mujeres abandonan su medio en busca de mejores opciones para ellas y sus hijos e hijas”.

En consecuencia, el envejecimiento de la población rural aumenta con los años, según el estudio Plan para la Promoción de las Mujeres del Medio Rural.

Los datos del padrón de 2016 arrojan una conclusión clara: a medida que disminuye la población del pueblo, la disparidad entre hombres y mujeres de 20 a 64 años aumenta a favor de los hombres. Esta diferencia ya existía en las zonas rurales en el año 1996, aunque ahora se ha acentuado.

En el caso de los pueblos menores de 200 habitantes, el 95% de los municipios tiene más hombres que mujeres en edad de trabajar.

Además de la falta de oportunidades laborales, otra causa que provoca esta disparidad es una doble discriminación: “la minusvaloración por ser persona rural y la discriminación de genero, por ser mujer”, afirma la socióloga Fátima Cruz.

Según la socióloga es en las zonas rurales pequeñas donde el control social de las mujeres se ve reforzado.

“Cuando se suman los obstáculos por discriminación al desarrollo personal y profesional, las mujeres eligen experimentar otras alternativas.

En cambio, los hombres lo tienen más facil por el esquema social y las actividades que se llevan a cabo”, asegura Fatima Cruz.

Para Fátima Cruz, un factor clave de este éxodo femenino es la educación que las madres y abuelas han venido inculcando a sus hijas y nietas. Sus progenitoras no querían que los destinos de sus descendientes fueran similares a los suyos.

Es aquí donde entraría el nivel formativo. El sociólogo Luis Camarero apunta que la emigración del pueblo a la ciudad “no es estrictamente laboral” y que “el nivel formativo de las mujeres rurales es muy superior al de los hombres”. Una vez terminan sus estudios, las mujeres no encuentran trabajo acorde a su nivel formativo en sus pueblos de origen.

"Los hombres tienen más fácil el acceso al empleo dentro y fuera del empleo. Por eso no han necesitado invertir en formación como las mujeres, para las que sí es un elemento clave de empleabilidad”, asegura la socióloga Rosario Sampedro.

Las mujeres que deciden permanecer en su pueblo suelen ser “profesionales que tienen su negocio en cabeceras de comarca, profesionales de la administración que trabajen en el ayuntamiento, o trabajadoras del sector servicios, asegura el sociólogo José Antonio López.

Los desplazamientos a otras localidades más grandes de la comarca por motivos laborales, lo que se conoce como commuting son más sencillos para los hombres que para las mujeres ya que “ellas han tenido más problemas para conciliarlo con la vida familiar” en la que la mujer suele desempeñar un rol más importante que el hombre, asegura el sociólogo Luis Camarero.

Gotarrendura se esfuerza por fomentar el papel de la mujer

A medio camino, entre Arévalo y Ávila, se encuentra un pueblo de menos de 200 habitantes. Su nombre es Gotarrendura y es uno de los municipios en el que algunos historiadores consideran que nació Santa Teresa de Jesús.

Según los datos del padrón, este pueblo vendría a tener una disparidad de género inusual 74 mujeres, frente a 33 hombres entre 20 y 64 años. Las respuesta a este extraño caso es un centro de educación especial para mujeres con minusvalías. Según fuentes del Ayuntamiento, unas 46 mujeres dentro de esta franja de edad estarían residiendo en el centro de manera fija.

Las 28 restantes residen en el pueblo, algunas de ellas trabajan en el centro, otras, como cuidadoras de ancianos y ancianas en el pueblo y en los alrededores.

Una asociación de mujeres local se esfuerza por fomentar el papel de la mujer en el pueblo. Su presidenta María Carmen Martín nació Gotarrendura, pero terminó al acabar sus estudios universitarios a Ávila al igual que muchas de sus contemporáneas. Nos presenta a cinco mujeres del pueblo que nos cuentan cómo son sus vidas allí. Todas trabajan allí.

Revertir el éxodo rural femenino parece difícil, pero es un reto al que se tiene que enfrentar el país, si no “los pueblos desaparecerán”, afirma Fátima Cruz.

La socióloga apunta que es necesario trabajar en dos direcciones: por un lado construir relaciones de género que persigan la equidad en el medio rural; y por otro lado lograr cambiar el estigma que rodea lo rural y facilitar que gente preparada con estudios puedan tener éxito, como ya sucede en las ciudades.

“Con la llegada de la revolución industrial, se asoció el éxito con la ciudad y se impuso lo urbano sobre otros estilos de vida. Lo rural se empieza a asociar con los que no pudieron salir y abandonaron la carrera por el éxito y se resignan a una vida sencilla y pobre”, afirma Cruz.