Laboratorios rurales, potenciadores del desarrollo local y la inclusión social

Gustavo Ramírez

Laura Palacios

Si bien la diversidad cultural es uno de los encantos de las ciudades, esa misma variedad y velocidad con que nueva información ingresa, penetra y permea la sociedad, hace que ese contenido se vuelva fugaz, pasajero, efímero. El campo, por el contrario, tiene como encanto que sus activos, como lo son sus orígenes, dinámicas, tradiciones, prácticas y saberes; son sólidos y duraderos, y esto ha permitido que se forjen unas narrativas únicas sobre las realidades cotidianas que facilitan esas relaciones colaborativas entre la comunidad.

La ruralidad tiene que dejar esa tradición de ser un sector que consume soluciones producidas fuera de su territorio para comenzar a gestarlas, sea en su totalidad o al menos comenzar a ser parte de los procesos de desarrollo y producción de las mismas, por medio de estrategias que permitan conectar las diversas capacidades y formas de conocimiento presentes en sus territorios, permitiendo que desde adentro se fomente el compartirlos, recordarlos, pensarlos, reflexionarlos, confrontarlos, analizarlos, experimentarlos y transmitirlos entre sus habitantes, como dinámica de desarrollo local e inclusión social.

Por otro lado, en las zonas rurales se ha vuelto más común encontrar espacios públicos como bibliotecas, ludotecas, casas de la cultura y otros tipos de espacios comunitarios, que unidos a los tradicionalmente existentes, como las escuelas y salones de juntas de acción comunal, que aunque buscan promover y facilitar la participación de los habitantes en diversos procesos de intercambio de conocimiento, no son aceptados en su totalidad por los campesinos y/o las diversas comunidades rurales, ya que estos son concebidos para fortalecer una educación tradicional centralizada e impuesta desde las ciudades que desconoce las percepciones, sentires, experiencias, necesidades, potencialidades; así como la precariedad de las condiciones educativas en el entorno rural.


En ese sentido, el laboratorio rural emerge como un espacio propicio donde en conjunto con la academia y la comunidad campesina, se busca generar procesos de apropiación social del conocimiento, particularmente alrededor de la exploración, experimentación y prototipado de diversas soluciones a problemas o potencialidades del territorio identificadas por sus mismos habitantes, por medio del “aprender-haciendo” y del uso de otros modelos de enseñanza - aprendizaje adaptables a los contextos, procesos y dinámicas propias de las comunidades campesinas, permitiendo que hombres, mujeres y jóvenes del sector rural tengan capacidad para acceder y beneficiarse de la ciencia, la tecnología y la innovación; así estaremos educando una sociedad rural más empoderada hacia la autogestión con la capacidad de explorar opciones de desarrollo local.


Del mismo modo, el laboratorio rural puede ser concebido como un escenario, un ambiente y un medio no físico, donde el grupo facilitador (academia) haciendo uso de las herramientas, tanto físicas y materiales requeridas para los procesos de co-creación; como las herramientas conceptuales, metodológicas y pedagógicas apropiadas, pueden potencian las habilidades socio afectivas de la comunidad participante, permitiéndoles tener un rol protagónico en todas las fases de desarrollo del laboratorio, comenzando con el diagnóstico, que es la etapa clave donde se establecen las necesidades y sus posibles soluciones, las cuales serán creadas y construidas a muchas manos, de forma creativa, abierta y libre y reconociendo las experiencias, capacidades y habilidades vitales de todos los y las que participan.

De esta forma, se estará dando un paso para romper las brechas de pobreza, desempleo y exclusión social de la población rural, ayudando no solo a mejorar sus condiciones de vida, sino también, teniendo la posibilidad de impactar y modificar positivamente la vida de habitantes de otros territorios, principalmente rurales, pero también urbanos, para que estas soluciones puedan ser adoptadas directamente o entren en proceso de apropiación para ser adaptadas.

Nocaima, Cundinamarca – Colombia.

Septiembre de 2021