Veníamos de un periodo de bonanza económica en el que España atrajo la llegada de 700.000 extranjeros y convirtió al país en el segundo del mundo en número de inmigrantes foráneos, según la OCDE. Las provincias tradicionalmente abandonadas equilibraron sus saldos migratorios. Algunos municipios se repoblaron con extranjeros.
Y llegó la crisis.
En un periodo muy corto, España pasó de ser país receptor de extranjeros a país expulsor de autóctonos. “El año clave es 2011. Es, casualmente justo después de hacer el censo, cuando comienza a caer la población en términos absolutos”, observa Francisco José Goerlic, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valencia y asesor de cabecera del IVIE en materia demográfica.
Según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, estos aumentaron un 48% entre 2010 y 2015. El cénit de la expulsión llegó en 2013, con 73.000 salidas de españoles del país. Ese año, el número de extranjeros que dejó España llegó a 458.000. En total, medio millón desapareció del mapa en 2013.
Dentro del mapa también hubo movimientos, aunque fueron progresivos.
Acceda al mapa de la Tasa de Variación Interna de 2000 a 2007
La Tasa de Variación Residencial Interna Acumulada entre los años 2000 y 2007 y entre 2008 y 2015 demuestran que, en general, las provincias que en los años de bonanza ya registraban datos ligeramente negativos, se han precipitado a pérdidas de población mucho mayores. En cambio, las que tenían saldos positivos han crecido en población llegada de otras provincias de España. Aunque algunas achacaron el pinchazo del ladrillo en los primeros años de crisis, luego remontaron recuperando la llegada de nuevos habitantes.
Las primeras en achacar pérdida de población (2008 y 2009) fueron las grandes capitales, Madrid y Barcelona, y las provincias de Levante (Alicante y Valencia).
El profesor Andrés Artal, de la Universidad de Cartagena, coautor del estudio Las migraciones interiores en España durante la crisis económica, señala que, como la crisis del ladrillo fue el primer síntoma de la crisis (primeros años del periodo analizado), las provincias con mayor actividad de construcción fueron las primeras en sufrir la salida de población.
Pero de igual manera, fueron las primeras que empezaron a recuperar población a partir de 2011, justo cuando empezaron a perder muchas provincias del interior.
Frente a Valencia y Alicante, otra provincia costera con potente desarrollo urbanístico como es Málaga registró la tendencia contraria: mantuvo su crecimiento de población española nueva y aumentó el ritmo a partir de 2011: ganó a razón de casi 3.000 habitantes por año hasta 2013 y unos 4.000 anuales más después de ese año.
Pero la que registra un crecimiento espectacular es Baleares, que a cada mil habitantes de origen español que tenía en 2008 le había sumado 20 más al llegar a 2015. Entre 2012 y 2013 ganó 9.000 españoles.
Acceda al mapa de la Tasa de Variación Interna de 2008 a 2015
Baleares y Málaga son el mejor ejemplo de cómo la actividad turística y el volumen de servicios que acarrea es polo atractor de gente en plena escalada del paro.
Es a partir de 2011-2012 cuando comienza a ser más notable la salida de población de las provincias del interior de España.
Dentro de las mismas, se produce otro fenómeno: el movimiento de población de los pueblos más pequeños a los núcleos más grandes.
Francisco Goerlic, experto del IVIE para estudios demográficos, aporta una evidencia histórica: la gente se va del campo a donde hay una economía basada en servicios y en industria. Goerlic es investigador de la evolución del censo desde 1901 a 2011, y constata que las provincias que más población pierden son las más agrícolas y las que ganan son las de la costa y Madrid. Del mismo modo, pierden los núcleos pequeños a favor de los más grandes y más cercanos.
La falta de oportunidades es el combustible del éxodo. Y el nivel educativo de la población aumenta las probabilidades de moverse: a mayor nivel, más probabilidades incluso de irse a Madrid. Históricamente, lo demostró Francisco Beltrán Tapia con su investigación de las migraciones a la capital de acuerdo al Padrón de los años 1880, 1905 y 1930, que también mostró que menores niveles formativos se correspondían con la migración intraprovincial.
Más recientemente lo ha comprobado Jorge de la Roca estudiando el nivel de estudios de los migrantes, así como sus ingresos de trabajo, entre los años 2004 y 2011. Pero no todo es dinero. Las oportunidades de desarrollo personal no sólo están condicionadas por el dinero. Valga esta reflexión personal de un joven ingeniero asentado en Madrid y procedente de Soria, una de las provincias que más población han perdido desde 2008 y una de las que tiene menor densidad de población (9 habitantes por km2).
Evelio Jimeno relata lo siguiente:
“De mis siete amigos del colegio en Ágreda [uno de los núcleos más poblados de Soria], los siete nos fuimos fuera a estudiar en la Universidad y los siete podríamos trabajar en Ágreda o cerca de allí si quisiéramos. Pero es más difícil que haya mujeres en el pueblo. La vida de pueblo es muy pequeña. Y con el paso del tiempo, cada vez se han ido más; son más exigentes que nosotros, más selectivas. Luego, conoces a una chica en Madrid, en Zaragoza, en Pamplona, te asientas… la capacidad para volver se reduce; y si acabas teniendo hijos, menos todavía”.
En palabras del presidente de la Diputación de Cuenca, Benjamín Prieto: “Lo que se pierde en un día ya no se recupera”. Cuenca es la provincia que más población ha expulsado en términos relativos durante la crisis.
Bucear en los microdatos del Padrón es adentrarse en un mar de preguntas. Si nos limitamos al ámbito provincial, son mútiples los hallazgos sobre crecimiento y caída de la población, sobre salida y llegada de habitantes. Por qué una provincia es polo de atracción o de repulsa no tiene una única respuesta, pues son muchas las que han pasado de una situación a la otra en el corto periodo de 10 años. También ocurre a la inversa.
Por ello, los movimientos migratorios internos, no sólo interprovinciales, sino también intraprovinciales, invitan a ser estudiados y justificados por los conocedores de cada provincia. Dan lugar a tantos trabajos de visualización de datos como provincias hay, siendo un interesante objeto de análisis para investigadores y para medios de comunicación locales y regionales.
A continuación se destacan algunos de los hallazgos más llamativos al revisar la Estadística de Variaciones Residenciales del INE, basada en el Padrón Municipal, entre los años 2007 y 2016.
- En las grandes ciudades, con mayor actividad económica, la salida de población comenzó recién estrenada la crisis: entre 2008 y 2010. En las demás, la pérdida es posterior.
- Por ejemplo, Ciudad Real es especialmente abandonada entre 2012 y 2015. Nada menos que 7.000 personas de origen español se fueron en esos años.
- Cuenca perdió a razón de mil por año desde 2011.
- En cambio, Guadalajara ganó mucha población hasta 2011 y luego comenzó a perder.
- Albacete pasa de ganar población entre 2008 y 2010 a perder un millar al año desde entonces.
- Toledo pasó de ganar población a perder a más de mil al año a partir de 2012.
- En total, Castilla-La Mancha fue ganando población hasta 2011. Después, en el plazo de cinco años perdió unos 60.000 habitantes.
- En Levante puede observarse un saldo migratorio negativo desde 2009, más llamativo en tanto que fue espectacularmente positivo durante los años de bonanza. Valencia, que había ganado unos 12.000 habitantes españoles, empieza a tener números negativos en 2009 y no cambia la tendencia hasta 2015.
- Alicante, que también perdió población en los primeros años de crisis, comenzó a ganar antes, en 2012.
- El profesor Andrés Artal, de la Universidad de Cartagena, coautor de Las migraciones interiores en España durante la crisis económica, señala que, como la crisis del ladrillo fue el primer síntoma de la crisis (primeros años del periodo analizado), las provincias del litoral mediterráneo, que habían tenido mayor actividad en la construcción, fueron las primeras en sufrir la salida de población.
- Sin embargo, pese a la crisis del ladrillo, Málaga se ha mantenido impertérrita en cuanto a población. Si bien entre 2008 y 2011, el crecimiento anual fue un poco inferior al de antes de la crisis, después de 2012 ha recuperado habitantes, sobre todo de origen español.
- Asturias ganó población entre 2007 y 2009 y a partir de ahí empezó a marcharse gente.
- Las provincias del norte de España son las que han conservado a más población durante la crisis; incluso ganado.
- En Badajoz, el aumento de llegadas se prolongó hasta 2011 y luego empezó a decrecer.
- Las provincias con más población y actividad económica, Madrid y Barcelona, también han experimentado pérdida de población, pese a ser ésta más pequeña en proporción, que en otras provincias: en los años previos a la crisis se marcharon dos habitantes de cada mil.
- Sin embargo, a partir de 2012 en el caso de Madrid, y de 2013 en el caso de Barcelona, se dispara el crecimiento de la población procedente de otras provincias.
- Madrid, que tenía un saldo migratorio negativo en los años de bonanza económica, empieza a recibir más gente de la que se va en 2010.