La “crisis de refugiados” que ha azotado Europa en los últimos años ha puesto en entredicho la capacidad de los Estados para acoger a millones de personas que huyen de la guerra, pero no todos aquellos que dejan sus hogares lo hacen movidos por razones políticas o conflictos bélicos. Durante el período 1901-2010, el nivel medio global del mar se elevó 0,19 metros. Sin embargo, para el año 20100 el nivel del mar se elevará un extra de 26 a 98 cm. Cada vez son más los que se ven obligados a emigrar a causa del cambio climático, convirtiéndose en el que será, según los expertos, uno de los grandes problemas políticos del siglo XXI.

Sin embargo, ¿Sabemos a qué se debe este fenómeno?

 

 

 

 

DOS HISTORIAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático, agravado por la emisión de Gases de Efecto Invernadero, está alterando el clima mundial provocando que se agudicen problemas como la subida del nivel del mar, la sequía o la desglaciación, que se convierten en las principales causas de las migraciones ambientales. Descubre el drama que están viviendo miles de personas en Etiopía y Kiribati.

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KIRIBATI,
UN PARAÍSO AL BORDE
DE LA DESAPARICIÓN

ETIOPÍA,
UN PAÍS ACOSADO POR LA DESERTIZACIÓN

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), desde mediados del siglo XIX el ritmo de la elevación del nivel del mar ha sido superior a la media de los dos milenios anteriores.

Durante el período 1901-2010, el nivel medio global del mar se elevó 0,19 metros. Sin embargo, para el año 20100 el nivel del mar se elevará un extra de 26 a 98 cm.

Es muy probable que para fines del siglo XXI el nivel del mar aumente en aproximadamente más del 95% de las zonas ocupadas por los océanos, por lo que alrededor del 70% de las costas de todo el mundo experimentarán un cambio de nivel del mar de hasta un 20% del cambio del nivel del mar medio mundial.

El aumento del  ritmo  de  elevación  del  nivel  del  mar  se debe al mayor calentamiento de los océanos y a la mayor pérdida de masa de los glaciares y los mantos de hielo. La subida del nivel del mar, como todos los impactos del cambio climático, dependerá de cuánto suba la temperatura, lo que a su vez dependerá del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero que adoptemos.

El calentamiento global ha hecho que los habitantes de algunos archipiélagos convivan con la idea de que sus países se hundirán por completo en unos años. Este es el caso de las naciones  de Tuvalu y Kiribati que, según aseguran los científicos, corren el riesgo de desaparecer completamente a mediados de siglo, ya que el crecimiento del nivel del mar amenaza la subsistencia de muchas comunidades de las islas del Pacífico, donde el nivel del mar está aumentando cuatro veces más rápido que el promedio mundial. Desde julio de 1949 hasta mayo de 1972 el nivel del mar en Kiribati, como puede verse en la gráfica, ha ido siempre en aumento, subiendo una media de 0,58 milímetros por año. Otras de las consecuencias de este fenómeno son los problemas que genera en el abastecimiento de agua potable, la pérdida de biodiversidad, inundaciones y el aumento de la frecuencia y fuerza de fenómenos naturales como ciclones. Todo esto ha hecho que los habitantes de esta isla estén ya condenadas a huir de su hogar.

¿Qué ocurre con las personas que se ven obligadas a huir de estos países?

Ioane Teitiota y su esposa, nacionales de Kiribati, emigraron a Nueva Zelanda en el año 2007, donde nacieron sus tres hijos, pero tras expirar su visado de trabajo solicitó al Tribunal Superior neozelandés que les otorgase a él y a su familia el estatus de refugiados climáticos. Desafortunadamente, su petición fue rechazada al no considerarse que sus vidas sufrieran un grave peligro, por lo que fueron devueltos a su isla natal, truncándose así la oportunidad de convertirse en el primer refugiado climático reconocido como tal por un gobierno.

Muchos de sus compatriotas, debido a la cercanía geográfica, emigrarán también a Nueva Zelanda o a Australia, países a los que el presidente de Kiribati pide mayor apertura a la creciente migración laboral procedente de su país, ya que será necesaria la reubicación permanente de la población de la isla. Además, ante el creciente problema, el gobierno ya ha comprado 6.000 hectáreas de tierras en las islas Fiyi, situadas a 2.200 kilómetros al sur de Kiribati, para que parte de sus ciudadanos pueda trasladarse.    

“Para muchos pueblos y naciones, el desplazamiento inducido por el clima es una realidad. Sin embargo, las necesidades de asistencia y protección de los desplazados siguen cubriéndolas principalmente las naciones más pobres y más vulnerables del mundo, a menudo de forma poco sistemática y sin el peso ni los recursos de la comunidad internacional”. Maryanne Loughry, Directora Asociada del Servicio Jesuita a Refugiados en Australia.

La sequía es uno de los fenómenos derivados del cambio climático que está causando mayores estragos en los continentes africano y asiático. Aunque suele darse de forma cíclica y es característico de algunos climas, con el paso del tiempo su impacto ha sido más cada vez más fuerte, forzando a miles de personas a abandonar su tierra.

A partir de la década de los 80 ha aumentado la frecuencia de las emergencias provocadas por las sequías extremas, que han llegado a producirse hasta dos y tres veces al año. África es el continente donde más veces se ha repetido este fenómeno, aunque ha dejado un balance especialmente dramático en países como China e India, donde se ha registrado en 2016 la peor cifra de afectados hasta ahora: 330 millones de personas, según datos de EM-DAT.

Como se puede ver en la gráfica Etiopía es el tercer país del mundo en el que más emergencias por sequía se han producido desde 1980. Etiopía se enfrenta a la peor sequía en 50 años debido a El Niño, un fenómeno meteorológico que calienta las aguas del Océano Pacífico y ha provocado la reducción de las precipitaciones. El cambio climático ha agravado las consecuencias de este fenómeno que ha desencadenado una grave crisis humanitaria en los países del Cuerno de África por la pérdida de las cosechas, que en el caso de Etiopía ascienden al 90%. Esta situación ha provocado graves crisis alimentarias en el país, que ha afectado a los agricultores que subsisten gracias a sus cultivos y ha agravado la desnutrición infantil poniendo en peligro, según datos de UNICEF, la vida de 6 millones de niños.

La sequía extrema que se da en los países del Cuerno de África no solo vulnera derechos humanos fundamentales como el derecho a no padecer hambre, consecuencia de la pérdida de cosechas, o el derecho al agua, por la escasez de este recurso, sino que además genera una situación de desigualdad social. En esta larga lista no puede faltar lo más importante, pues como recuerda Sánchez Bravo, al tener que abandonar de forma forzada el hogar “el primer derecho que se ve vulnerado es la dignidad”.

UN VACÍO LEGAL

LOS REFUGIADOS CLIMÁTICOS EN LA AGENDA INTERNACIONAL

Desde 1995, los líderes mundiales se reúnen en una cita anual para luchar contra el cambio climático, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP). Este encuentro que ha girado tradicionalmente en torno a la reducción de los gases de efecto invernadero ha relegado a un segundo plano otras cuestiones clave como los efectos del cambio climático en los países más vulnerables y su repercusión en los movimientos migratorios. Sin embargo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ya predijo en 1990 que los desplazamientos de la población podría ser la más grave consecuencia del cambio climático.

El reconocimiento internacional de la existencia de los refugiados climáticos supone un paso adelante en el compromiso mundial con esta crisis humanitaria derivada del cambio climático, pero aún queda un largo camino por recorrer. Las medidas planteadas por la comunidad internacional no sólo son de lenta aplicación sino que parecen insuficientes para afrontar la crisis humanitaria derivada del cambio climático que está azotando al mundo.

INJUSTICIA CLIMÁTICA

La triste realidad a la que nos enfrentamos es que el cambio climático está inevitablemente ligado a la terrible desigualdad de nuestro tiempo. Son las emisiones de GEI generadas por los países ricos las que contribuyen a empeorar la situación de millones de personas en los países menos desarrollados.

Estos países han comenzado a emprender acciones para hacer frente al fenómeno. En el inicio de la COP22 de Marrakech, los países de la región Norte de África y de Oriente Medio reclamaban “justicia climática” y presentaron diversas iniciativas para mejorar la solución. La justicia climática no busca más que la igualdad entre personas y países ante las situaciones que puedan derivarse de los efectos del cambio climático, ya que ve estos efectos como el producto de un sistema económico desigual centrado únicamente en el crecimiento.

El informe Contra viento y marea, realizado por Oxfam Intermon, señala que “la mitad más pobre de la población total tan sólo genera alrededor del 10% de las emisiones a nivel mundial y, sin embargo, vive mayoritariamente en los países más vulnerables ante el cambio climático – mientras que el 10% más rico de la población es responsable de alrededor del 50% de las emisiones mundiales. La huella de carbono media de una persona que se encuentre entre el 1% más rico de la población mundial puede ser hasta 175 veces superior a la de alguien que se encuentre entre el 10% más pobre”.

De acuerdo con el Índice de Riesgo Climático 2015, de los diez países más afectados por fenómenos meteorológicos extremos ocurridos entre 1994-2014, nueve de ellos son países de ingreso per cápita bajo o mediano bajo. Entre 1994 y 2013 Honduras, Birnamnia y Haití fueron los países más afectados por eventos climático extremos.

Como podemos observar en el gráfico y, según estimaciones de Oxfam, los principales países emisores de CO2 forman parte del 10% más rico de la población mundial. Es necesario señalar que, incluso las emisiones de las personas más pobres de países emergentes que encabezan la lista, como por ejemplo China o India, siguen siendo mucho menores que las de la población más pobre de los países miembros de la OCD.

¿Por qué deberían los países menos desarrollados pagar las consecuencias de una crisis climática que ni siquiera han generado?

La realidad es que todos nosotros, en mayor o menos medida, somos culpables de esta situación de crisis climática que está llevando a miles de personas a abandonar sus hogares y que con nuestras acciones más cotidianas podemos contribuir a cambiar la vida de los futuros refugiados climáticos.