Las aulas que están a punto de desaparecer

Estas son las localidades que pueden quedarse sin colegio

Hablamos de pueblos en los que en cuanto se marcha una familia se cierra el colegio. Los vecinos de la España despoblada lo tienen muy asumido. “Piensan que como no hay críos la escuela se cierra y ya está. La escuela no da servicio a mucha gente; no es como el médico pero ayuda a fijar la población. No se dan cuenta de la repercusión: al final nos tendremos que ir todos”, explica una maestra rural que no sabe si tendrá alumnos suficientes después del verano.

Los Centros Rurales Agrupados (CRA) nacieron en 1986 para frenar el cierre de escuelas. La idea consistió en agrupar pequeñas escuelas de educación primaria que no tenían estudiantes suficientes para completar todos los cursos. Pasaron a organizarse como si fuesen un solo centro. A cada CRA se le asignó una cabecera, normalmente ubicada en la población mayor, de la que dependen el resto de escuelas, situadas en los pueblos más pequeños.

Basta con que un pueblo cuente con cuatro niños para formar un aula y unirse al CRA más cercano. A los pueblos con más de 12 alumnos les corresponden dos aulas, y a los de más de 29, tres, según la legislación vigente. Sin embargo, juntar esos cuatro matriculados que marcan el mínimo para poder incorporarse a una CRA ha resultado cada vez más complicado para muchas localidades.

En los datos de escolarización se ven las aulas que penden de un hilo, pueblos con 5 o 6 alumnos donde algunos estudiantes ya terminan primaria y no todos tendrán alumnos de 3 años que vayan a entrar.

En la actualidad, en las dos comunidades analizadas para este reportaje, Castilla y León y Aragón, 125 escuelas que forman parte de CRA tienen seis o menos alumnos y están próximas al mínimo que las condenaría al cierre. En Castilla y León corren peligro de extinción el 15 por ciento de las escuelas integradas a CRA y en Aragón el 11 por ciento. La situación es especialmente grave en tres provincias: León, Teruel y Salamanca, que concentran seis de cada diez escuelas en peligro.

Fuente: Gobierno de Aragón y Junta de Castilla y León

En el caso de que las aulas de estos centros desaparecieran, se sumarían a las casi 500 aulas pertenecientes a CRA que cerraron desde el curso 2010/2011 hasta la fecha en estas comunidades. Un ritmo de 83 al año. En los últimos siete cursos, los CRA de Castilla y León y Aragón han perdido el 19 por ciento de sus aulas.

Esto se ha traducido en una caída continua de la matriculación de alumnos en estas comunidades. En el curso actual, estudian en CRA en Castilla y León un 16 por ciento menos de estudiantes que hace seis años. En Aragón, la reducción de alumnos asciende al 12 por ciento.

En contraste, en ambas comunidades la caída de la matriculación en toda la educación primaria ha sido mucho menor. En Aragón, el 1,4 por ciento y en Castilla y León, el 3,7 por ciento. Esto significa que los CRA están perdiendo alumnos entre cuatro y ocho veces más rápido que las escuelas generales.

“Si no hay escuela, las familias eligen otro pueblo. Cuando se cierra una escuela, se van muchas cosas detrás. Van paralelos: si cierra la escuela, el pueblo se va abajo”

Cuando se cierra un aula es prácticamente imposible que vuelva a abrirse. Hermanos mayores que se escolarizan en otro municipio, familias que se trasladan a un pueblo con escuela… ¿Qué empieza antes, la despoblación o el cierre de la escuela? “Si no hay escuela, las familias eligen otro pueblo. Cuando se cierra una escuela, se van muchas cosas detrás. Van paralelos: si cierra la escuela, el pueblo se va abajo”, explica Raquel Arnau, de la Federación de Sindicatos de Trabajadoras y Trabajadores de la Enseñanza de Aragón (STEA-i).

¿Un freno a la despoblación?

Los CRA pretendieron frenar la desaparición de centros educativos y con ello contribuir a que la España interior estuviese menos vacía. Sin embargo, la despoblación ha terminado por amenazar la existencia de los propios CRA.

“Este tipo de modelo es positivo, y así hay que valorarlo –asegura Pedro Escolar, portavoz del sindicato Stecyl-, pero los CRA por sí mismos son insuficientes para frenar la despoblación”.

La realidad es la que es: la gente no quiere vivir en los pueblos. Y también hay dificultades para que los núcleos pequeños tengan maestros. Elena Blasco es directora del CRA Mesa-Piedra-Alto Campillo, considerado “CRA remoto” por la Administración. “A este CRA no quiere venir nadie. Tenemos un 100% de interinos ¿Carreteras muy malas? Yo no veo las dificultades, apuesto por la escuela rural. Hay profesores que lloran cuando tienen que venir aquí porque es imposible conciliar este horario si vives en Zaragoza. ¡Qué lejos estáis!, me dicen. ¿De dónde?, digo yo”, explica Blasco.

Y habla de la dificultad que supone la falta de continuidad de los proyectos por la falta de continuidad de las plantillas. “Este año se ha aprobado un proyecto de tiempos escolares que otros profesores deberán poner en marcha conociéndolo solo sobre el papel”, lamenta. Esa discontinuidad también tiene su lado positivo. “Todos aportan algo a los niños, de todos cogen algo”, afirma una maestra de la escuela rural.

Maestros y sindicatos coinciden en la dificultad de trabajar en estos centros y la falta de incentivos. Desde la Federación de Sindicatos de Trabajadoras y Trabajadores de la Enseñanza de Aragón (STEA-i) insisten en que se deberían tomar medidas para facilitar que el profesor tenga interés en volver a pedir esa plaza. Disminuir el número de interinos, revisar la figura de los puestos de difícil desempeño (en negociación) o que los ayuntamientos faciliten el alojamiento son algunas de las propuestas. Y subrayan: “si el profesor consigue vincularse a la zona se ve más implicado y puede ser más fácil que quiera continuar en esos sitios. Sin apego o vínculo será más difícil que quiera pedir esa plaza de nuevo el año que viene”.

También dificulta la continuidad el hecho de que debido a la extensión que abarcan los CRA muchas plazas de profesores son itinerantes, atienden a los alumnos de varios pueblos, y estas son voluntarias. En ocasiones tardan en cubrirse y se empieza el curso sin que estén todas cubiertas, explica Arnau.

Una oferta de calidad

Irene Camarón lleva seis cursos trabajando en Aragón, cuatro de ellos en distintos CRA. Su primer aterrizaje fue en una escuela rural con dos niños de 3 años, dos de 5, uno de 2.º, uno de 4.º, uno de 5.º y uno que estaba en 6.º de Primaria. Ella sola para Primaria y Educación Física, también con niños con necesidades especiales.

“Yo prefiero CRA al cole tradicional. Es todo más familiar. Piensa en la riqueza que te da trabajar diferentes niveles; el mayor, el pequeño, todos aprenden. La cercanía con las familias… Con todos mezclados en tu aula se trabaja de otra manera”

“Yo prefiero CRA al cole tradicional. Es todo más familiar. Piensa en la riqueza que te da trabajar diferentes niveles; el mayor, el pequeño, todos aprenden. La cercanía con las familias… Con todos mezclados en tu aula se trabaja de otra manera”, cuenta Camarón. Los entrevistados coinciden en que los alumnos de los CRA tienen garantizado el acceso a la educación con la misma calidad que si vivieran en poblaciones mayores. O incluso mayor. Libros en vivo y en directo, un proyecto de orquesta en el CRA de Nuévalos con el préstamo de 30 instrumentos de la banda de música de Ateca... “Los verdaderos laboratorios de innovación están aquí, en la escuela rural, por la necesidad del día a día”, afirma Blasco. También hay dificultades, como la socialización de los niños, que no tienen dónde elegir y los compañeros de clase son también los amigos con los que juegan en la calle.

Origen de los CRA

Pedro Escolar conoció la época en la que no había pueblo sin maestro y las aulas rebosaban de alumnos. En el año en el que terminó la educación primaria, a finales de la década de 1960, en su pueblo había 42 niños en su curso. Para ese momento, en Torresandino, en la provincia de Burgos, muchos vecinos ya habían emigrado a la ciudad, pero aún había niños de sobra para mantener una escuela con varios maestros.

La Ley General Educativa de 1970 estableció que los dos últimos cursos de la primaria, quinto y sexto, debían cursarse en la llamadas escuelas nacionales o graduadas. En Torresandino había una de ellas, pero en la mayoría de los pueblitos vecinos no: solo había escuelas que con frecuencia eran de una sola aula y un solo maestro. Los niños de la comarca entonces comenzaron a tener que ir a Torresandino para terminar la Primaria y las escuelas de las que procedían se quedaron con tan pocos alumnos que empezaron a cerrar. En Torresandino, los maestros aún tenían trabajo.

La década de 1980 comenzó con decenas de escuelas cerrando en la comarca y con movimientos de padres reclamando que sus hijos recibiesen educación primaria sin desplazarse. Nacieron así los Centros Rurales Agrupados (CRA), con la intención de frenar la desaparición de centros educativos y recuperar las escuelitas de una sola aula.

Con el tiempo Torresandino perdió población y su capacidad de mantener una escuela completa. Terminó teniendo un CRA. Hoy 11 alumnos estudian en el pueblo, en una única aula en la que hay niños de entre 3 y 12 años. El día en que los matriculados baje a menos de cuatro, la escuela cerrará.

Aunque aún queda trabajo para maestros en el pueblo, Pedro Escolar, que también se hizo profesor y llegó a ser portavoz de un sindicato del gremio, asegura que no sabe por cuánto tiempo. Escolar dice:

-En realidad, ya no somos necesarios. Este pueblo solo necesita un médico, un cura y un enterrador.

“El problema de la despoblación es tan global… Si no inviertes y no fomentas el desarrollo en la zona, si no hay población, no hay escuela que mantener”, reivindica Arnau.

Para Arnau, la despoblación es como una enfermedad a la que no se ha puesto remedio en su día y cuando su gravedad es tal, se requiere un gran esfuerzo. A su vez, al quedar pocos habitantes no hace interesante realizar esos esfuerzos y la pescadilla se muerde la cola. ¿Condenados a morir? “Espero que se encuentre una cura”, afirma.